- El estudio incluyó muestras del sitio inca del siglo XV de Machu Picchu.
Un equipo internacional de investigadores, liderado por el genetista David Reich, de la Escuela de Medicina Harvard (EE. UU.), ha llevado a cabo el mayor estudio genético hasta la fecha de las poblaciones andinas antes del contacto europeo. El objetivo era descubrir parte de la historia de sus migraciones y poder compararla con información arqueológica o registros históricos que tenemos a la mano en la actualidad, reportó el diario digital La Vanguardia de España.
“La principal implicación de este proyecto es que ahora tenemos un mapa espacial y cronológico de la diversidad o la estructura genética precolombina en los Andes”, dice Lars Fehren-Schmitz, profesor asociado en la Universidad de California y coautor principal del artículo, que se publica hoy en la revista científica Cell , junto con Reich.
Este proyecto, que ha tenido una preparación y ejecución ha requerido siete años y la mayoría de ellos dirigidos a recopilar datos suficientes para facilitar el estudio, ha implicado a un equipo multidisciplinario como genetistas, arqueólogos o historiadores.
Atención en los Andes
Cuando se habla de la historia antigua de los Andes es común, afirma la publicación, que nos remontemos a los incas o a Macchu Picchu; sin embargo, existen otras culturas y sociedades que también poblaron sus tierras como los tiahuanaco, en la cuenca del lago Titicaca; los wari, en el centro y sur de Perú, y los mochica, en el norte del país.
“Al comparar las firmas genéticas entre personas que viven en diferentes momentos y comparar luego eso con lo que sabemos de la arqueología e historia, podemos tener una idea de cómo cambios culturales significativos en los Andes, como la introducción de la agricultura o el surgimiento y la caída de sociedades estatales complejas, afectaron a la diversidad genética de las poblaciones precolombinas o viceversa”, explica Fehren-Schmitz.
Estudiando la cultura material
Por fuentes históricas y arqueológicas, se sabe que los incas desplazaron a grupos de población durante su imperio y esta investigación supone el primer estudio genético que respalda tal afirmación. Por tanto, sostiene la publicación, esta resulta una evidencia directa con capacidad para poder falsear o verificar hipótesis previas sobre las interacciones entre las poblaciones derivadas de observar su cultura material.
“Uno de los ejemplos que les condujo a este resultado lo encontraron en la ascendencia genética de un niño pequeño sacrificado en la cumbre de una montaña argentina durante el periodo inca. Tenía ascendencia de la costa norte peruana, a miles de kilómetros del lugar donde fue hallado”, menciona La Vanguardia.
Junto con el genoma de este niño, agrega la publicación, el equipo analizó otros 88 individuos, 66 originales de este estudio y los 23 restantes procedentes de estudios previos. Los datos abarcaban la cordillera andina desde el norte de Perú hasta el norte de Chile e incluso un individuo de Argentina.
La datación de los restos permitía incluir desde algunos de los primeros cazadores recolectores hasta individuos que vivieron inmediatamente antes durante y después del desarrollo de las principales culturas andinas, es decir, entre hace 9,000 y 500 años atrás.
Los autores encontraron que existe una distinción genética significativa entre las personas que vivieron a lo largo de la costa frente a las que lo hicieron en las tierras altas hace ya 9.000 años, con un intercambio genético limitado entre las regiones. Este resultado resulta especialmente interesante para Fehren-Schmitz si se considera que la distancia geográfica entre la costa y las tierras altas no es muy grande, en ocasiones menor a un día de viaje.
Las diferencias genéticas entre las zonas montañosas del norte y las del sur aparecieron más tarde, hace 5.800 años. Es en este momento cuando comenzaría a desarrollarse la estructura genética actual, pues las diferencias en el ADN son también las que distinguen a los individuos más actuales y llegan hasta el presente.
Migraciones
“Los genes también mostraron desplazamientos de más de 2,000 kilómetros procedentes de Argentina y del noroeste del Amazonas o la existencia de núcleos de población más cosmopolitas en comparación con las zonas rurales, donde convivían personas con ancestros muy diferentes”, sostiene la investigación.
El equipo afirma que los resultados permitirán futuros proyectos que se centren más en regiones, grupos o períodos de tiempo específicos, continúa.
“Este estudio es solo el comienzo. Abre una gran cantidad de nuevas oportunidades de investigación en la región con muchas sinergias nuevas que podrían evolucionar entre genetistas, arqueólogos, lingüistas, historiadores y lo más importante: las comunidades locales”, añade Fehren-Schmitz.
Durante la duración del proyecto, los pueblos indígenas fueron consultados en todo momento. Al fin y al cabo es parte de su historia la que se quiere reconstruir, finaliza la publicación.
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