La palta (aguacate) es uno de los alimentos más consumidos en México, donde cada año se tiran unas trescientas mil toneladas de semillas —huesos— de este fruto. Lo que nadie imaginaba, hasta hace poco, es que la semilla puede resultar tan valiosa o más que la parte comestible del fruto, ayudando en la batalla por sustituir al plástico.
Y es que los biopolímeros que se encuentran en la semilla de la palta sirven a una empresa mexicana, Biofase, para elaborar elementos de un solo uso tan comunes como pajitas y cubiertos, pero en este caso, biodegradables y completamente sostenibles, que parecen ser la mejor alternativa al plástico.
Contra el plástico, huesos de palta
El material con el que se elabora este tipo de menaje cuenta con dos importantes ventajas con respecto de otras alternativas al plástico hechas, por ejemplo, a partir del maíz: por una parte, el bioplástico hecho a partir de semillas de palta es completamente biodegradable. Esto significa que se degradan de forma natural al cabo de unos doscientos cuarenta días, sin necesidad de someterlos a ningún proceso químico. Por el contrario, la mayoría de las otras alternativas al plástico requieren de un correcto tratamiento para descomponerse y no contaminar.
La otra gran ventaja de los cubiertos y pajitas biodegradables hechos con semilla de palta es que su materia prima no supone el uso de una fuente de alimentación sino, por el contrario, el reciclado de un material que acabaría ineludiblemente en la basura. Esto es algo especialmente relevante, y hace que la propuesta sea cien por cien sostenible y mucho más económica que otras similares en la categoría.
La idea surgió hace unos años, cuando en 2011 un ingeniero químico mexicano, Scott Mungía, descubrió que con las semillas de palta se podía elaborar un bioplástico con el que fabricar objetos que presentaban la misma utilidad y durabilidad que los de plástico desechables pero que no eran contaminantes. y, dado que la palta (aguacate) es uno de los productos más consumidos en México, donde cada año se tiran unas trescientas mil toneladas de sus semillas, Mungía calculó que solo con esas cifras se podría satisfacer el veinte por ciento de la demanda mundial de bioplásticos.
Así fue como en 2014 fundó Biofase, distribuyendo sus productos por toda América Latina, y actualmente ya está presente en varios países europeos, incluido el mercado español.
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